jueves, 8 de mayo de 2008

Nota: Si lo decís por mi opinión sobre las retenciones, nos encontramos otra vez con la extraña idea de que el discurso generalizado, el de Doña Rosa y Juan de los Palotes, Mr. Taxista y Miss Cacerola Essen, Pergolini y Longobardi, Carrió y Macri y la mayoría de la gente que opina por teléfono, e-mail y a través de comentarios, incluso en este blog es "políticamente incorrecto".

O sea, lo que aparentemente opina todo el mundo y que le ha costado su módica popularidad a Fernández es "políticamente incorrecto". ¿No sería más lógico que fuera al revés, Luuuuuuuu? P.)














Pará pará.

En principio, quise ser políticamente correcta y hablé de políticamente incorrecto, o viceversa, no sé... la verdad de la milanesa, es que no entiendo bien la diferencia. Porque al igual que vos, soy yo contra el mundo y las frases hechas me derrumban. Son códigos sin sentido a los que las mayorías asienten y se palmean la espalda y nunca entiendo los motivos de esos festejos.

Ahora si vas a decir "Doña Rosa y Juan de los Palotes, Mr. Taxista y Miss Cacerola Essen, Pergolini y Longobardi, Carrió y Macri y la mayoría de la gente que opina por teléfono, e-mail y a través de comentarios", incluso en este blog es "políticamente incorrecto" tendrías que reconocer que todos esos parodiantes se inpiran en mi palabra sagrada. Lo menciono sin falsa modestia y sin hipocresía.

Es decir, que así hago las revoluciones. A eso me dedico, hombre: volteo gobiernos corruptos.

¿No te parece justo que lo haga? Otro día lo discutiremos. Los volteo desde las ideas y no llamo al golpe de Estado. Invento cacerolazos, estrategias, movidas por la red, provoco el cuchicheo de la insatisfacción. Como estoy en la etiqueta negra y no se me permite acceder a un medio masivo, no tengo más remedio que hacerlo así. No es la mejor manera. Se nota. Apenas un acto de resistencia. Se ahorraría sangre y dinero si se pudiera predicar por las radios, como hacen los pastores brasileños o por la tele tal cual se venden las prostitutas y travestis del show business.

Lo conté muchas veces (el público se repite, Mirtha Legrand dixit), el mote de "doña Rosa" lo inventé durante mis años universitarios, para retrucar a un profesor (hoy fallecido, que fue Juez de Morón, Rector de la Universidad y masón reconocido, que terminó dándome la razón años más tarde) allá por 1976 (en la materia "Economía") para referirme a la mujer ama de casa promedio que no estaba instruida en cuestiones de alta política, escuelas administrativas, conspiraciones y luchas armadas patrocinadas durante la guerra fría y que en su ingenuidad o ignorancia (no maldad ¿eh?) golpeaba a las puertas de los militares" para "recuperar la seguridad y la calma".

Usé el nombre Rosa, porque es el de mi hermana y ella estudiaba la carrera de maestra jardinera, por lo que a pesar de su vocación social no entendía completamente la gravedad de los hechos que se estaban viviendo en la clandestinidad. No que mi hermana no pudiera comprender sino el grupo de gente que la rodeaba y que se aislaba del problema de las guerrillas en su coraza de clase trabajadora aspirante a ser clase media aburguesada no entendía.

En esos años, que vos conocés por transmisión cultural pero no viviste, los libros había que tirarlos, comprar un disco era un milagro, no existía cable, la tv era en blanco y negro (lo que agravaba las imágenes trágicas de los montoneros encapuchados con fusil y levantando Universidades), las radios solo podía pasar música en inglés y un pequeñísimo porcentaje se permitía en castellano, el rock se escuchaba en los antros de perdición de los jóvenes, no había referentes culturales excepto Perón o Eva, contra los gorilas que eran todos los antiperonistas y sobre todo si no respetaban a nuestra Santa.
El Che todavía no se había elevado a la categoría histórica de "mito". Lo hicimos años después para intentar un discurso contestatario al neoliberalismo asfixiante.

Por eso, juzgar a doña Rosa o a Lita de Lazzari es una crueldad de los intelectuales que se arremolinan ante las noticias con satisfacción de poseer un secreto y que hoy por hoy reproducen aunque tienen tufo a pescado podrido empaquetado por la Fundación ALAS de don Gabo y su pandilla.

A veces, la gente común (la mayoría silenciosa, las llamaba el hombre) saben mucho más que los entusiastas.

Mi vieja me decía. "vas a ver que si estos chichos llegan al poder van a más tiranos y más corruptos que lo que dicen que quieren terminar". Yo no le creía, lógicamente, la juventud alienta ideales y los sostiene con su vida.

Al final, mi pobre madre vivió hasta el año 2000 y no pude decirle: tenías razón, viejita.

Y ella no había leído "Rebelión en la granja". Esta es la sabiduría de los corderos.