martes, 8 de abril de 2008

Podeti, ayer te nombré en el blog de Hogueras.
Creo, por ahí no fue a vos y fue a Gillespie. Vayausté a sabé.

Es un milagro que me acuerde de leerte.
No recuerdo, caras ni apellidos, no recuerdo fechas ni bandas de música, no recuerdo los nombres de los libros, los autores o las películas que repetí ocho veces. No me acuerdo el número de DNI ni los teléfonos celulares de mi familia o mis amigos más cercanos.

Soy un caso raro.

No hace falta que lo digas, sobre todo porque tengo un coeficiente de 269 (por algo me salió una competidora mitómana a quien desafiaré formalmente si me hacen una nota para demostrar la falacia de sus afirmaciones) y no me sirve para saber el nombre de mi vecina cuando le pido un tomate para la ensalada (olvido comprar las cosas que necesito en los negocios y mercados).


Lu

Para los curiosos, les diré que si una pobre tontita se hace pasar por mí que se prepare, porque quedará signada para siempre y no podrá escapar del bochorno. Sufrirá pánico y depresión y llegará al suicidio en menos de lo que cantará un gallo en el campo versus Cristina.


¿A quién se le ocurre que una persona con inteligencia superior va a perderse las noches jugando a la lotería y esperando que los garbanzos se conviertan en carrozas de oro?
¿Es abogada y no leyó la letra chica?

Lo que hay que oír.
Se salvó porque no me acuerdo cómo se llama.