viernes, 4 de abril de 2008

Tengo una idea:

Hagamos un acto en Plaza de Mayo.

Convoquemos a las fuerzas vivas. Con asueto incluido, por supuesto.

Que se presenten los del Rock Festival a cantarnos las cuarenta y que multen a todos los que vimos la imagen de Cristina por la web.

Que le confisquen el 44% de las utilidades a todos los kioskeros del país que distribuyeron y vendieron el diario criminal.

Todos en apoyo a Cristina K, porque Sabat la caricaturizó con un ojo en compota y le puso una cruz en la boca (que tenía un milímetro más del autorizado por la Asociación de Dibujantes para demostrar que son labios con colágeno).

Con subversivos así no tendremos paz en esta noble tierra argentina.

La actitud de Sabat merece una sanción urgente porque por lo visto, quiso provocar un golpe de Estado, qué digo, quiso provocar una III Guerra Mundial, un genocidio universal.

Las mafias están amparadas bajo el cobijo de los dibujantes de historietas, ¿Podeti se incluye en esta categoría?

No están en las calles, ni en las villas, que afortunadamente para nosotros, los ciudadanos comunes, están en manos de los señores D´Elía y Moyano.

Esto es no lo mismo que cuando dibujaban a Illia en el diario El Mundo y Crónica, como una tortuga y acusaron al autor de la caricatura de haber provocado la llegada de Juan Carlos Onganía al espacio político argentino y ser el impulsor de la noche de los bastones largos.

Es peor, ciento quince veces peor. Es la perdición de la democracia.

La noche de los lápices se llamó asi, no por los estudiantes de secundario que reclamaban su boleto estudiantil, sino porque los lápices de minas y las puntas de tinta negra son más peligrosos que los tiros de los delincuentes del conurbano.

Así estamos, por no interpretar bien y que Dios nos ampare, porque la Constitución ya es letra muerta.

Lu.