martes, 1 de abril de 2008

La panadería es un espacio privado, no público.

La panadería es un espacio privado, no público.

Si fuera público haría una fiesta para los clientes, los convocaría en la Placita Serrano o Dorrego, presentaría a varios conjuntos de rock para la espera, invitaría a gentiles sindicalistas para evitar la inseguridad que se produce en los sitios privados, a los que generalmente entran personas armadas que han votado en la cárcel y salido en libertad, por caducidad de instancia, personas honradas a quienes se agrede y se discrimina llamándolos ladrones, hombres-araña o increíblemente afirmando que entran a robar.

Si fuera público, además, le darían a los transeúntes casuales $100 pesos por cabeza para entrar en manifestación y hacer mucho bulto; se haría un espectáculo de fuegos artificiales en plena ciudad y hablaría alguna oradora bien maquilladita y mejor vestida. No con esa ropa que usan en el campo, esos sombreros de paja tan antiestéticos y bombachas gauchas y botas llenas de barro.

Si el espacio de la panadería fuera público, todos seríamos felices.

Eso sí, pan y facturas no comería nadie, porque trigo no van a sembrar y la soja es incomible (que se la morfen los chinos y que paguen los impuestos, qué se creen estos orientales que ya bastante ganan con el supermercado de la vuelta.


Lu.