viernes, 25 de enero de 2008

LAS COSAS TIENEN VIDA.

Las cosas tienen vida.
De eso no dudan los chinos, ni los cochinos, que son omnívoros, manducan lo que encuentran y el jamón que nos comemos luego, tras la faena tendrá sabor...



Tanta vida tienen, que cuando me voy al trabajo (sí, trabajo, ¿quién creés que me mantiene, Filmus, Miguel Bonasso, Mauricito? y te voy a rogar que no me desvíes del tema de conversación), cuando me voy a dar clases, decía, antes de salir de casa me despido de mi lavarropas, del televisór, de la p.c. y de los demás artefactos y electrodomésticos con un "pásenla bien, muchachos".

Los trato afablemente porque en cuanto me enojo o critico, se complotan para romperse todos al mismo tiempo y gasto fortunas en reparación.
Los muy guapos. Seeee, Fin de semana largo, les voy a dar...

Como aquella vez que critiqué el vaso de la licuadora -que era verdaderamente feo-, se rompió y nunca más conseguí el repuesto.
¿Mala suerte o efecto mariposa?

Acaso, nadie recuerda a esa gurú del sentido común y la juventud eterna, que supo ser una de las mujeres más aduladas de Argentina, hasta que una vez se le ocurrió contar que cada mañana al levantarse saludaba al desayuno y decía "buenos días, tostada".


El problema no era el saludo, el problema de fondo, lo que la llevó al escarno entre los de su generación, el tema fatal, es que... no eran tostadas, eran medialunas.




El tema me dio hambre.
Me voy a cenar, pero antes:

"Vermú con papas fritas, y good show".

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